ENSEÑANDO
A TENER PACIENCIA.
Los
estudios demuestran que los niños a los que que desde pequeños
se les enseña a esperar un
tiempo para alcanzar sus metas crecen con mayor éxito en sus
relaciones familiares, sociales y laborales.
Pero,
¿cómo enseñar esta habilidad tan importante a
nuestros hijos? Irónicamente, tenemos que trabajar nuestra
propia paciencia para lograr este objetivo. Padres impacientes educan
a menudo niños impacientes. Pero si un adulto no sabe esperar,
cómo sabrá hacerlo su hijo?
En
la actual sociedad funcionamos como coches de carrera, vamos muy
rápido! Tenemos diversas obligaciones a lo largo del día,
realizamos varias actividades al mismo tiempo, trabajos con varias
pantallas encendidas, ordenadores, tablets, móviles...
respuestas inmediatas a emails, whatssaps...
En
los trabajos nos vemos realizando tareas que tienen que estar listas
lo antes posible. Nuestras agendas están llenas. ¡Todo
es para ayer! ¡Todo es importante! ¡Nos falta tiempo!.
El
día a día actual nos pide prisa! Casi podemos decir que
somos esclavos del reloj. Con esta situación cómo
podemos enseñar a los niños a tener paciencia? Es una
¡contradicción! Pero sabemos que es correcto, que la
paciencia es necesaria, tanto para ellos, niños, como para
nosotros.
Entonces,
cómo dar ejemplo cuando a nuestras propias vidas nos falta
paciencia?.
Este
escrito no pretende ser un manual, son a penas unas cuantas
sugerencias, el principio de una educación que transmite estas
habilidades y valores.
Es
recomendable empezar con cosas sencillas:
Cuando
tu hijo te llama dile tranquilamente
que lo has escuchado, pero que tiene que esperar un poco. Al
principio, no se convencerá, te insistirá y te
perseguirá, pero con el tiempo aprenderá
finalmente a esperar algunos minutos. Un truco eficaz consiste
en no hacerle esperar mucho al principio, prestarle la atención
que reclama, y cada día aumentar progresivamente el tiempo,
hasta que aprenda a esperar. Es importante que al principio escuche
tu voz, dile que espere un poco, que en breve estarás a su
lado. De esta manera él se
sentirá atendido y al mismo tiempo aprenderá el
significado de la palabra esperar.
Planta
una semilla con él. Esto enseñará a tu hijo que
las cosas siguen su propio ritmo y que es necesario trabajar para
conseguirlas. Cada día podéis poner juntos agua a la
planta y observar su crecimiento.
Muéstrale
que cada uno tiene su turno. A la hora de entrar en casa, de
conversar, de jugar, hasta incluso al entrar en un ascensor. No
creas que tu hijo es demasiado pequeño para ir
aprendiendo estos conceptos. Has de conseguir que vaya cediendo y a
la vez que perciba que debemos esperar nuestro momento para llevar a
cabo diferentes actividades. Por ejemplo si
vais a un establecimiento que distribuye tíquets de turno es
una gran oportunidad para explicar a tu hijo
el concepto de la espera y del respeto por el otro que está
allí antes.
Enseña
a contar hasta 10 cuando se enfada, puedes explicarle que debe contar
lentamente para calmarse. Cuando el niño
todavía no sabe contar puedes
decirle que se siente unos minutos hasta relajarse. Explícale
pacientemente que tú esperarás a que esto ocurra.
Pero,
¡presta atención!, puedes confundir
a tus hijos si no observan ciertas cosas,
ya que tomando estas actitudes
quizás algún
día escucharás:
"Mama,
ahora estoy nerviosa y no quiero hablar";
o
incluso "mama, necesitas calmarte"
Nuestra
reacción natural en estos momentos es de molestia, como si el
niño se estuviera enfrentando a nosotros.
Respira hondo, cuenta hasta 10 y recuerda que él sólo
te está imitando y que es así
como aprenden los niños. Entonces, espera y
cálmate para posteriormente
hablar con él.
Lo
más importante es tener en
mente que no se logran estas enseñanzas
en unos días, sino en meses
puesto que se trata de un trabajo repetitivo y constante.
Estas
son pequeñas y sencillas sugerencias con las
que pretendo indicar un
camino, es simplemente una muestra, ya que el proceso de
enseñar paciencia a un hijo es bastante más complejo.
Os
deseo a todos mucha paciencia en este
hermoso arte de educar y de
preparar a nuestros
hijos para la vida y recordad siempre:
quien quiere, educa!
Eduardo
Carreira